Centenario de la Batalla de Las Piedras
Para la celebración de los cien años de la Revolución en torno a la famosa batalla, el 5 de junio de 1909, el dirigente colorado Julio María Sosa presentó, en calidad de representante de Maldonado, un proyecto de ley a la Cámara de Diputados. Comenzaba la exposición de motivos aludiendo a lo que ocurría entonces del otro lado del Plata. Teniendo en cuenta tales preparativos, Sosa consideraba imprescindible que el pueblo oriental se sumara los festejos, teniendo en cuenta su participación fundamental en los hechos que se recordarían en la vecina orilla y que formaban parte de un pasado histórico común, más allá de las diferencias nacionales. Al mismo tiempo, la celebración de una gesta de escala continental significaba incluir la exaltación de la nacionalidad consagrando el culto a Artigas.
“Pero no es eso sólo lo que debe apresurarnos a solemnizar nuestro centenario próximo. La epopeya artiguista debe aquilatarse también de otro punto de vista, más glorioso todavía, para nosotros; más ejemplarizador, si se quiere. Me refiero a las sanas e inquebrantables virtudes democráticas que inspiraron siempre al Jefe de los Orientales y a su pueblo”. (Exposición de motivos del Proyecto de ley planteado a la Cámara de Diputados por el representante de Maldonado Julio María Sosa el 5 de junio de 1909, Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, Montevideo, 1910, pág. 343).
De ese pasado glorioso, el triunfo de Las Piedras reunía las condiciones óptimas para un homenaje americano y al mismo tiempo nacional, a través de la figura de Artigas: “...nuestro centenario debería concretarse, a los efectos de la rememoración, a una sola fecha, para reunir en un haz luminoso, todos los episodios de nuestra epopeya local derivada del movimiento de mayo y rendir nuestro homenaje, a la vez que a la gran revolución, de caracterización y de proyecciones americanas, a los hombres que dentro de los límites de nuestro país la sirvieron, la secundaron y la prestigiaron con la gloria de su esfuerzo perseverante y con la singularización de una consecuencia de ideas fundamentales que hace honor a su memoria. Ninguna oportunidad más propicia que la del centenario de la Batalla de Las Piedras para esa rememoración que reclama de nuestro patriotismo una época al mismo tiempo heroica y dolorosa, que sólo por el sentimiento democrático de localidad que creó entre nosotros, merece bien nuestro homenaje cívico. Y ninguna oportunidad tampoco más propicia que ésta para la glorificación definitiva de Artigas, como héroe nuestro dentro de la revolución de Mayo y como autor intuitivo y genial de nuestras autonomías republicanas, erigiendo, al fin, en honor a su nombre ya sus servicios la estatua en que ha de cristalizarse la veneración de todo un pueblo, en que ha de inmortalizarse su epopeya nativa y sobre cuyos dinteles convertidos en aras patrióticas, hemos de deponer todos, prejuicios y rencores, para vivir la vida de los ejemplos de sacrificio, de firmeza, y de amor al terruño que nos legó, como única ofrenda de su destierro, el Primer jefe de los Orientales”. (Exposición de motivos del Proyecto de ley planteado a la Cámara de Diputados por el representante de Maldonado Julio María Sosa el 5 de junio de 1909, Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, Montevideo, 1910, pág. 343).
De paso, Sosa veía que la celebración común contribuiría a la unidad nacional, jaqueada por décadas de guerras civiles.
El proyecto era breve y conciso. Planteaba declarar feriados y los días 17, 18 y 19 de mayo de 1911, para realizar una serie de actos conmemorativos, organizados por una Comisión Nacional del Centenario y financiados por el gobierno: “En el programa de la conmemoración estará comprendida la inauguración de la estatua decretada al General José Artigas y la erección de un monumento alegórico en el campo en que se desarrolló la acción de Las Piedras”. (Exposición de motivos del Proyecto de ley planteado a la Cámara de Diputados por el representante de Maldo-nado Julio María Sosa el 5 de junio de 1909, Diario de Sesiones de la Cámara de Representantes, Montevideo, 1910, pág. 341).
Asimismo, establecía la expropiación de terrenos en el sitio de la batalla para ser convertidos en parque público. La iniciativa fue bien recibida por los diputados, pasando un mes después a la Cámara de Senadores, donde fue convertida en la ley 3.547. La Comisión organizadora de los festejos se formó con figuras políticas nacionales como Carlos M. Travieso, Juan Campisteguy y Julio M. Sosa, y un grupo de vecinos pedrenses.
Su primera tarea fue confirmar el sitio exacto de la batalla, según los testimonios que se conservaban, básicamente por tradición oral.
Una vez determinado el lugar de los hechos, se eligió un punto alto ubicado al Este de la Villa de Las Piedras, para la erección del monumento, junto al cual se crearía el parque "Artigas".
Adaptado de “La Batalla de Las Piedras en la construcción de la conciencia nacional”, Artículo del Prof. Marcel Suárez.