Museo a Cielo abierto

El Jardín de las Tacuaras

El “ejército nuevo”.

“El Jardín de las Tacuaras” representa el Ejército Nuevo de Artigas. “El Ejército Nuevo” es una nominación que surge de la historiográfia, que consagra Agustín Beraza, que quería significar el juntar fuerzas muy diversas, voluntarias y provenientes de diversos orígenes. En el Bicentenario de la Batalla de las Piedras se planteó recuperar los procesos de los pueblos desarrollando con mayor fuerza la participación de los esclavos, los libertos, los mestizos, los distintos grupos de amerindios, charrúas y tapes misioneros, los gauchos, las mujeres, provenientes de los pagos, villas y pueblos y principalmente de la campaña.

La Batalla de Las Piedras, librada frente al poder español el 18 de mayo de 1811, refleja el escenario rural y policlasista en el cual se gestó la revolución oriental, rioplatense y americana. El escenario geográfico es la “pradera, frontera, puerto”, donde el ganado precedió al hombre y a su acción inmediata de poblar y colonizar el territorio, es un dato que dan los historiadores para explicar un poblamiento singular. En él conviven y luchan grupos sociales y étnicos diferentes, siendo el gaucho el tipo humano más característico de esta Banda Oriental, su vida errante, hijo de la pradera, de la vaquería, jinete andariego, llevando consigo su horizonte, sintió la libertad como un dato inmediato del vivir cotidiano, afirmando su personalidad en una fiera convicción igualitaria. Componen este espacio grupos de amerindios, los charrúas, los tapes de las misiones jesuíticas, los criollos de Santa Fe y de Bs. As., las partidas de hombres sueltos, los changadores. Esta rebeldía de los hombres de la pradera encuentra su cabal formulación en la revolución artiguista y en su programa republicano, federal e igualitario. Artigas luego de la “admirable alarma” expresa la integración de los paisanos a la revolución “… corrían de todas partes a honrarse con el bello titulo de soldados de la patria, organizándose militarmente en los mismos puestos en los que se hallaban cercados de enemigos, en términos que en muy poco tiempo se vio un ejército nuevo cuya sola divisa era la libertad…”.

En la Batalla de Las Piedras formaron parte del “ejército nuevo”: los indios, los negros esclavos y libertos, los criollos pobres, los hacendados con buenas suerte de estancia, las mujeres, los curas D. Santiago Figueredo y D. José Valentín Gómez, los blandengues, los patricios; se destacaban las “milicias cívicas” con las “partidas sueltas de voluntarios” de diferentes regiones: de Canelones, Tacuarembó, Porongos, Florida; la caballería patriota de Don Manuel Francisco Artigas, la columna del este de la Banda Oriental, adhiriendo los pueblos de Minas, San Carlos, Fortaleza de Santa Teresa, y desde Pando se dirigen al encuentro con José Artigas en su campamento establecido en las puntas del Canelón Chico. Así, se integran paisanos sin instrucción militar “la mayor parte armada de palos con cuchillos enastados… esto hacer ver que las verdaderas ventajas que llevan nuestros soldados sobre los esclavos de los tiranos estarán siempre selladas en sus corazones inflamados del fuego que produce el amor a la patria… son tantos los soldados con que puede contar la patria, cuántos son los americanos que la habitan en esta parte de ella” (Parte de la Batalla de Las Piedras, 30 de mayo de 1811). Esta nominación de “ejército nuevo” surge de la historiografía, es un nombre que consagra Agustín Beraza, que quería significar el juntar fuerzas muy diversas, siendo voluntarias y provenientes de diversos orígenes.

La composición del ejército es heterogénea, lo integran el Cuerpo de Blandengues y las milicias rurales; ya en el período colonial tenemos al jefe de milicias, generalmente un estanciero, un capataz de estancia y por otro lado estaban los peones, quienes actuaban como soldados de milicias, esta organización se manifiesta en el levantamiento por pagos y es Bauzá quien la describe. A veces se sienten convocados a participar de la revolución, y en otros momentos encontraban caminos para acortar la distancia social y poner sus reivindicaciones propias, así se integran los indios, los mestizos, las mujeres, los negros esclavos, libertos, junto a los caudillos, los oficiales, los sacerdotes. Ellos son los representantes de la “soberanía particular de los pueblos”.

La Patria Vieja - José Luis Zorrilla de San Martín - Museo Histórico Nacional

Esta cuestión se presenta en los albores de la revolución y dividirá a las fuerzas políticas desatadas en este proceso: por una lado quienes entendían que las decisiones debían partir del conjunto de los pueblos soberanos, y sin cuyo consentimiento ninguna decisión podía legitimarse, y por otro quienes consideran organizar un estado centralista y frente al cual los demás pueblos están subordinados.

La concepción del ejército popular ciudadano, de vecinos ligados a la voluntad que conlleva la soberanía, expresa ideas de reasunción del poder por el pueblo; surgen dos concepciones de tipo militar: la de Buenos Aires con ejércitos regulares con reglas y ordenanzas propias y la de Artigas, quien conoce admirablemente la campaña, en la geografía, en las experiencias del fogón, del cansancio y del peligro, era un hombre que ya tenía mando en el período colonial, ejerciendo un papel importante como jefe de blandengues, repartió tierras junto Azara, pero además “se adentró en el alma del gaucho, del changador y del indio y ejerció influencia”.

En el desarrollo de la organización institucional con las Instrucciones de 1813, el Proyecto de Constitución para la Provincia Oriental y el Proyecto de Constitución para la América del Sur, su visión republicana se nutre de influencias ideológicas como la Ilustración española, el pensamiento rousseauniano, las constituciones norteamericanas, no obstante, se destaca la importancia del entorno social y de su propia interpretación en el devenir local y regional.

Se pueden señalar dos momentos sustantivos de la soberanía de los pueblos, en la representación de la voluntad general: “no concluir los tratados sin anuencia de los orientales… yo entonces reconociendo la fuerza de su expresión y conciliando mi opinión política sobre el particular con mis deberes, respeté las decisiones de la superioridad sin olvidar el carácter de ciudadano y sin desconocer el imperio de la subordinación, recordé cuanto debía a mis compaisanos: testigo de sus sacrificios me era imposible mirar su suerte con indiferencia… y me negué absolutamente desde el principio a entender en unos tratados que consideraré siempre irreconciliables con nuestras fatigas…” (Oficio a la Junta del Paraguay Dayman, 7 de diciembre de 1811. Montevideo: Monteverde, Archivo Artigas tomo VI, p.77).

Luego en la Redota, en el Éxodo del Pueblo Oriental se reafirma la defensa de los derechos inalienables de los pueblos “…Yo no seré capaz de dar a vuestra señoría una idea del cuadro que presenta al mundo La Banda Oriental desde ese momento: …Oyen sólo la voz de su libertad y unidos en masa marchan cargados de sus tiernas familias... Yo llegaré muy en breve a mi destino con este pueblo de héroes y al frente de seis mil de ellos que obrando como soldados de la patria, sabrán conservar sus glorias en cualquier parte, dando continuos triunfos a su libertad”. (Oficio a la Junta del Paraguay Dayman, 7 de diciembre de 1811. Montevideo: Monteverde, Archivo Artigas tomo VI, p. 80-81).